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2.2.1. El acceso a la profesión desde fuera de la profesión:

huérfanas, expósitas, criadas, esclavas y cortesanas

 

 

A pesar de que el legado del oficio de padres a hijos era lo más habitual, y prueba de ello son las sagas familiares de actores que se van consolidando durante el siglo XVII, entre los pocos datos biográficos con los que contamos sobre el origen y procedencia de los actores de la época que no parecen estar vinculados a una familia o entorno teatral, podemos documentar la adopción de la profesión por parte de algunas mujeres que procedían de otros oficios u otros entornos familiares, generalmente humildes. Sólo tres son, de hecho, los casos de actrices que sabemos procedían de un ámbito social acomodado. No es éste obviamente el origen más habitual, considerada como estaba socialmente la profesión, lo cual justifica, de hecho, como al carecer la misma de una dignidad moral o intelectual ampliamente reconocida en la sociedad de la época, la procedencia social de las actrices vinculadas a una familia hidalga o acomodada sea insignificante numéricamente hablando, así como se puede constatar también en el caso de los actores vinculados a este mismo ámbito.

Procedían de un entorno social acomodado la actriz María Pinilla que “hera de familia mui noble y conocida” y la actriz María Teresa, que sabemos que era el fruto de una relación ilegítima, siendo hija de “doña Francisca de Barros y de don Julian Rubio” que la habían tenido “fuera de matrimonio”. Su madre, doña Francisca de Barros que pertenecía a una familia acomodada, ya que era “muger de cualidad en Galicia”[1] y estuvo casada en La Coruña con don Francisco Sanjurjo, Señor del Grajal[2], al enviudar se casó por segunda vez con Fernando de Arach, capitán “reformado”[3]. También Fabiana (de) Laura procedía de una familia acomodada, siendo sus padres  

 

don Mathias Andres de Esclaua, doctor de medicina de la misma ziudad, y doña Saluadora Hurtado [...]. Don Mathias [...] Mendoza y Esclaua, descendiente de Cordova, fue letrado y casó con doña Salbadora Hurtado por ser mui hermosa, y, aunque de buen linage, hixa de un boticario, por lo que se disgustaron con el sus parientes, que los mas eran veinte y quatros[4] de Granada, y hauiendose perdido y sin comueniencias, en una peste que ubo se aplicó a ser medico.

 

La importancia del origen familiar de Fabiana se ve confirmada por otro dato familiar, el de su hermana la cual “casó con un cauallero portugues llamado N. Silueira que tubo dos hixas, la huna monja y la otra casó con un hombre que, pretendiendo un puesto mui honorifico en la Ynquisicion, se valió de los papeles del abuelo de su muger por ser de mucha extimacion”.

Aunque no sean siempre demasiado precisas las alusiones a un familiar es evidente que la Genealogía vincula a estas tres actrices con un entorno de clase media acomodada, probablemente de familia hidalga, y por ello de cierto reconocimiento social. Hay que destacar también que aunque sólo de Fabiana (de) Laura, se conserva la fecha de inicio de su actividad, pensamos que también las otras dos actrices debieron de ejercer su oficio en la segunda mitad del siglo XVII. Su acceso a la profesión teatral en la segunda mitad del siglo, podría tener relación con su misma procedencia social, es decir, se producía en un momento en que la profesión iba adquiriendo aquella dignidad que le había sido denegada, en mayor medida, a principios del siglo XVII, y en que, por tanto, la presencia de la mujer en escena comenzaba a ser algo asimilado, aunque no del todo.

Otras fueron las actrices activas en la época que no procedían del mundo teatral. Tal es el caso de María de Quiñones, apodada la Mala, de la que sabemos que “no era de la comedia”, de María (Manuela) Navarro o de Jerónima (de) Morales, de la que la consta que “era fuera de la comedia y no de los Morales que a hauido en ella”.

En otros casos, la ausencia de datos sobre la actividad de su familia nos induce a pensar que no debieron de llegar a la profesión a través de una familia de actores. Sin embargo, el que no se conserven noticias que vinculen a sus padres con la actividad teatral, no significa necesariamente que no tuvieran relación con ella, ya que podían ser actores quizás de la legua, de menor categoría dentro de la profesión, vinculados a ésta por oficios cercanos o que practicaban en contacto con los actores. Éste pudo ser el caso de la gallega Inés Bermúdez, cuyos padres y hermanos debieron de estar vinculados a la actividad teatral, como se deduce del único dato biográfico que de ella se conserva:

 

Estando [en 1689] en La Coruña la compañia de Joseph de Mendiola, autor de comedias, tubo él y demas representantes de dicha compañia noticia de esta muger [Inés Bermúdez], que por lo vien que cantaua yba a barios lugares con las capillas de los musicos a cantar, y la dauan su porcion como si fuera musico. Solicitaronla para que entrase en la compañia, como con efecto entró y representó todo el tiempo que estubo en la compañia en La Coruña y queriendo que prosiguiese en este exercicio propuso que admitiesen en la compañia a su padre y hermanos y hauiendolo repugnado por algunos motiuos se quedó en la Coruña, y despues se pasó a Santiago.

 

Un entorno de familias que ejercían oficios humildes es el panorama que, como decíamos, dibujan mayoritariamente los documentos. Así constatamos que algunas actrices eran hijas de personas adscritas al servicio doméstico, y por tanto pertenecientes a una de las categorías sociales y económicas más bajas de la jerarquía estamental de la época,[5] como lo eran Bernarda y María Ramírez, hijas de Catalina de Flores, criada de los actores Mariana (de) Guevara (Varela) y Bartolomé de Robles, o Francisca (López), conocida como Guantes de ámbar, cuyo padre prestaba servicio, en calidad de criado, al duque de Nájera.

Además de estas actrices de origen humilde, tenemos documentadas otras que eran hijas de artesanos,[6] como Ana de la Rosa que era hija de un carpintero o la actriz Ana María, conocida como la hija del lapidario[7], probablemente porque su padre se dedicó a este oficio. Otro caso es representado por Mariana Engracia “a quien llaman la Balonera”, apodo que se le dio por aderezar “valonas en Madrid” junto con su madre.[8] A ellas añadimos las que pertenecían a la pequeña burguesía, sobre todo la ligada al comercio alimentario que encontró su auge en las ciudades de la época. Sabemos, por ejemplo, que la actriz Antonia Baldira era hija de un hornero valenciano; Jerónima de Burgos era probablemente hija de un pastelero de Valladolid y el padre de Mariana de León, Gabriel Alonso de León, era un vendedor napolitano de aguas y mistelas en la Casa de Comedias de Mallorca, y tuvo con su mujer, la valenciana Juana de Mora, una botillería[9] en la calle de la Mar en Valencia.

Algún familiar de estas actrices pertenecía a la que Ringrose define la industria de servicio, siendo cirujano, como en el caso del hermano de Juana Bautista de León, mientras que las madres de otras actrices eran lavanderas, como la madre de las hermanas Ana de Barrios y Gracia de Velasco, y la de Francisca (López) anteriormente citada. Otras actrices podrían presumir de tener un padre “capitan”, como Jerónima del Río.

La mayoría de las noticias que poseemos sobre estas actrices se encaran, sin embargo, como decíamos, hacia un entorno social humilde, como se evidencia por la procedencia de algunas de ellas y queda reflejado en el oficio que desempeñaban sus padres naturales, o en su ausencia, algún familiar cercano. Otras veces los datos biográficos que de ellas poseemos, apuntan en el mismo sentido, especialmente en los muchos casos de aquellas actrices cuyos padres, a todas luces sin medios para mantenerlas, trataron de asegurarles la supervivencia y las entregaron, siendo pequeñas, a alguien de la profesión teatral, es decir, a alguien que contaba con una situación económica más estable, para que las mantuviera adoptándolas o proporcionándoles un oficio (por ejemplo en calidad de criada). A un entorno humilde señalan también aquellos casos de actrices que sabemos que procedían de una situación de marginalidad y que fueron abandonadas por sus padres naturales y acogidas en hospicios. Gracias a que fueron mantenidas por actores, adoptadas por ellos o que trabajaron a su servicio como sirvientas durante un período de tiempo, muchas actrices de la época no sólo lograron sobrevivir a una inmediata situación precaria, sino que, con el tiempo, tuvieron la posibilidad de acceder al oficio teatral, pisar el escenario y convertirse, a su vez, en profesionales de la escena.

 



[1] “Calidad: Se llama la nobleza y lustre de la sangre: y assi el Caballero ò hidalgo antiguo se dice que es Hombre de calidad”.

[2] “Grajal: Quizás se refiere a alguien vinculado a los marqueses de Grajal cuyo castillo, construido a mediados del s. XVI, estaba situado en Grajal de Campos en la provincia de León, en la Tierra de Campos”.

[3] “Reformado: Usado como sustantivo, se toma por Oficial Militar, que no está en actual exercicio de su empleo”.

[4] “Veinticuatro: Regidor de ayuntamiento en algunas ciudades de Andalucía, según el antiguo régimen municipal”.

[5] En el Apéndice “El entorno social de la actriz” incluimos el Apéndice 1 “Actrices documentadas cuyo acceso a la profesión se produjo desde fuera de la profesión” en el que recogemos a todas aquellas actrices de las que no tenemos constancia de que procedieran familiarmente del mundo teatral. De cada una de ellas indicamos el nombre de pila y apellido, el entorno social de procedencia y el oficio al que se dedicaban los padres, o algún familiar, cuando tenemos constancia de ello. Hay ocasiones en que sabemos que una actriz no procedía de una familia de actores porque la Genealogía lo testimonia, aunque no dé otros detalles sobre su origen. Hemos incluido también a estas actrices en el Apéndice antes mencionado, aunque en el apartado correspondiente a su entorno social hemos señalado esta circunstancia con interrogantes (¿?)

[6] El esquema (categorías sociales) en el que en parte nos hemos basado es el ofrecido por. D. R. Ringrose el cual, al realizar su estudio sobre Madrid y su economía entre mediados de 1500 y 1800, ofrece un cuadro en el que aparece la distribución ocupacional en la ciudad entre 1600 y 1663. Este esquema trata de dar muestra de la estructura económica que surgía en Madrid en aquel período, aunque de él están ausentes las mujeres, los criados y los trabajadores sin cualificar, que de hecho la mayoría de las veces tampoco aparecían en los catastros.

[7] En la época por “lapidario” se entiende “el que trabaja y labra las piedras preciosas, ò tiene conocimiento de ellas”.

[8] Para los apodos relacionados con el oficio que los actores desempeñaron con anterioridad a la actividad teatral, o para aquéllos relacionados con la ocupación ejercida por alguno de sus familiares, remito a mi artículo “Apodos de los actores del Siglo de Oro: procedimientos de transmisión”.

[9] “Botillería: Antiguamente según Covarr. significaba la despensa de los Señores, en que se guardaban y aderezaban las bebídas; pero oy está reducida à aquel sitio público, donde se hacen bebídas compuestas y heladas para vender, que muchas suelen ser en las mismas casas de los Señores, por tener este trato sus Repostéros, que así se llaman oy los que antes se llamaban sus Botilléres”.