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1. La mujer en los comienzos de la profesionalización de la actividad teatral

 

 

Hablar de la actriz significa hablar de la mujer que trabaja, que participa más o menos oficialmente, de forma reconocida o no, en una actividad, bien contribuyendo al oficio desempeñado por el padre o cónyuge, bien de forma más autónoma, participando en él en primera persona y destacando en dicho oficio.

Por lo que respecta a la actividad teatral, hubo algunas mujeres que, según hemos ya en parte apuntado, colaboraron en el oficio en el que trabajaba bien su cónyuge, bien su padre (en calidad de actor o como titular de una compañía), y lo hicieron participando fundamentalmente en su faceta más estrictamente administrativa en calidad de “apoderadas”, ya que, en virtud de un poder que su familiar autor o actor les otorgaba, tenían delegadas algunas funciones, desde cobrar deudas y pagos, alquilar transporte o vestidos de representar, a funciones más importantes que implicaban mayores facultades decisorias, como contratar al personal de la compañía (regentada por el familiar) o estipular contratos con los arrendadores o autoridades de una determinada localidad, en la que posteriormente su familiar autor iría a representar con su agrupación. De esta forma estas mujeres, que no siempre fueron necesariamente actrices, colaboraban en el negocio familiar sin constar, sin embargo, oficialmente como titulares del mismo.

En otras ocasiones, en cambio, dicha colaboración se hacía efectiva o “socialmente visible” posteriormente al fallecimiento del cónyuge o padre, sobre todo en los casos en los que éste era autor de comedias, ya que su viuda o hija adquiría la función de titular del negocio (y, por lo tanto, de la compañía), oficialmente dirigido hasta aquel momento por el familiar fallecido, como de hecho hacían otras viudas y huérfanas de padre en su situación, llegando a mantenerse en ocasiones en la dirección del dicho negocio durante algunos años, como veremos más detenidamente al tratar el caso de las autoras de comedias.

Además de estas mujeres que sólo participaron en la faceta administrativa o económica de la actividad teatral, desempeñada oficialmente por el cónyuge o padre, hubo otras que en parte o casi exclusivamente protagonizaron la escena como actrices y/o músicas, y que constituyen, junto con las autoras de comedias, el objeto de nuestro estudio.

 Según iremos explicando en las páginas siguientes, y como ya hemos apuntado en parte, la incorporación de la mujer al oficio teatral estuvo determinada, como en otras actividades de la época y sobre todo en la primera fase de puesta en marcha de la actividad teatral, por su vinculación con una figura masculina, el cónyuge, en caso de estar casada, y el padre (o tutor) en caso de ser menor y soltera. Lo que significaba que, en la mayoría de los casos, y tal como establecía la ley, la mujer en la época accedía y participaba en el oficio teatral en la medida en que estaba vinculada a un familiar que trabajaba en este mismo oficio, algo que si también era típico de otros oficios de la época, era exigido de forma más imperante en el caso de las actrices, sobre todo por el escándalo y los consecuentes ataques morales que la presencia de la mujer en escena determinó.

A pesar de ello, las actrices desempeñaron su oficio y lo hicieron, como otras mujeres contemporáneas, contribuyendo con su trabajo al negocio y a la economía familiar, aunque su papel en el ámbito de dicho oficio fue limitado, por lo menos desde un punto de vista legal, respecto al del marido o al del padre, y no sólo por lo que tiene que ver con su acceso e incorporación al oficio, sino también en lo que se refiere a su desempeño, ya que eran ellos quienes, en la mayoría de los casos, firmaban las escrituras y se comprometían en su nombre para que estas mujeres pudiesen representar. La actriz, por tanto, contribuía con su labor a la economía familiar, y prueba de ello es el hecho de que muchos de los sueldos pagados a los matrimonios formados por actores eran sueldos únicos, fruto de la suma de los sueldos individuales que correspondían al actor y a su esposa actriz. Se materializa, de esta forma, la idea de que la actividad ejercida por la actriz era una contribución en términos económicos a la actividad ejercida por su cónyuge. En este sentido, el desempeño del oficio teatral por parte de la mujer parece reflejar, en la mayor parte de los casos, lo que era en general la participación de las demás mujeres de la época en otros oficios. ¿Cuáles eran, pues, los oficios desempeñados por las demás mujeres en los siglos XVI-XVII, y qué se entiende en la época por trabajo femenino? Antes de acercarnos a la realidad del oficio de actriz, trataremos de acercarnos, aunque sea someramente, a la realidad laboral de la mujer en la época. En este sentido ¿cuál era el horizonte de expectativas laborales de la mujer en la sociedad de los siglos XVI y XVII?