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3.4.2.2. La dirección como herencia: las viudas de autores

 

 

Una de las trayectorias más frecuentes de las mujeres de autores que llegaron a compartir responsabilidades de dirección en las compañías de sus esposos era, en los casos en los que no volvieran, tras esta experiencia en la dirección, a su antiguo papel de actrices en la misma compañía, la de hacerse cargo de la agrupación conyugal una vez su cónyuge fallecía. De hecho, entre las 50 actrices que colaboraron (o tenemos indicios de que colaboraron) en la dirección de la compañía marital entre finales del siglo XVI y comienzos del siglo XVIII, al menos 18 de ellas asumieron la dirección de la compañía marital tras enviudar, una cifra que aumenta a 21 si añadimos también algunos casos dudosos, es decir, casos de actrices que repentinamente aparecen actuando en solitario como autoras de la compañía que suponemos era la del cónyuge, de quien no existen noticias documentales a partir del momento en que su mujer accede a la dirección de la compañía, y que, por tanto, es factible suponer que hubiera fallecido, aunque no tengamos constancia documental de su muerte.

Podría ser éste el caso de Luisa (de) Robles, que probablemente colaboró en la dirección de la compañía de su esposo, el autor Juan de Abadía, ya en 1627, fecha en la que sabemos que el autor Manuel Simón, Juan de Abadía y la propia Luisa se encontraban representando en el Coliseo de Sevilla, ciudad que dejaron para dirigirse a Málaga, donde Luisa representaría antes de la festividad de Reyes. Figura sucesivamente como coautora de la compañía conyugal a comienzos de 1630 y en julio de ese mismo año, cuando empieza a representar en La Olivera de Valencia. Es a partir de esa fecha cuando se pierden las noticias sobre Juan de Abadía y empezamos a encontrar en solitario como autora a su esposa, que, con su compañía, continuó representando en La Olivera hasta por lo menos finales de agosto de ese mismo año. Es probable, pues, que Luisa (de) Robles se hiciera cargo de la compañía de su marido como consecuencia del fallecimiento de éste, acaecido más que probablemente posteriormente a julio de 1630, fecha a partir de la que no se conservan más noticias de su biografía.

Un caso similar podría ser también el de Isabel de Castro documentada como coautora de la compañía del marido, el autor Vicente Camacho, en los años teatrales de 1693 y 1694. Es probable que a partir de junio de ese último año Isabel de Castro enviudase o que su marido se retirase del oficio, pues a partir de esa fecha no tenemos más noticias sobre él, mientras que constatamos que su esposa aparece actuando como autora de su propia agrupación inmediatamente después, en enero de 1695, cuando los jurados de la Ciudad de Zaragoza le otorgaron “a Ysabel de Castro autora de comedias” la licencia para que pudiera representar en el teatro del hospital “durante la mera voluntad de la Ciudad y de los señores jurados della”. Durante todo el año teatral de 1695 Isabel de Castro seguiría actuando en solitario como autora, representando con su agrupación esencialmente en Zaragoza y en Madrid, volviendo a desempeñar su papel de actriz al año siguiente, cuando, siempre en Madrid, fue contratada como segunda dama de la compañía de Juan de Cárdenas.

Si en los casos de Luisa (de) Robles, Isabel de Castro o, como veremos, probablemente también el de Francisca (de) López (Sustaete), podemos suponer que alcanzaron la dirección de la compañía conyugal tras producirse la muerte del marido, aunque no tengamos constancia de ella, en los demás casos de coautoras podemos afirmar con certeza que se convirtieron en plenas autoras de la compañía del cónyuge posteriormente al fallecimiento de este último. Algo que no sorprende si tenemos en cuenta lo que muchas veces hemos apuntado, es decir, que la compañía teatral era considerada un bien común del matrimonio y las viudas de autores se sentían en la obligación de hacerse cargo como directoras de ella, y cumplir con los contratos y obligaciones que su marido había contraído, y que la mayor parte de las veces la afectaban legalmente, como cónyuge suya. Dada esta situación, la viuda podía asumir la dirección por un período breve de tiempo, generalmente uno o dos años, es decir, hasta que quedasen cancelados los compromisos adquiridos por su marido, o por un período más extenso, lo que las convertiría en autoras consolidadas en la profesión, situación esta última, que, sin embargo, parece ser la menos frecuente.

 El primer caso documentado de actriz que accedió a la dirección plena de la compañía conyugal en calidad de viuda es, como se ha dicho, Juana Bautista de León, la cual como viuda del autor Tomás Sánchez contrataba en octubre de 1571 a varios actores y músicos para que formasen parte de su compañía. Se trata de un caso temprano verdaderamente excepcional. No es hasta la primera década del XVII, de hecho, cuando volvemos a encontrar a otra mujer ejerciendo como autora. Se trata de Luisa de Aranda, que en 1581, y como: “muger que fue de Juan Granado, autor de comedias, y su compañia suplica se les conceda licencia para representar en esta Corte cada dia, atento que S. M. se la concedio [a Ganassa] para todos los dias”. Sucedió también al marido en la dirección de su compañía Inés de Lara, cuyo marido, el autor Nicolás de los Ríos, falleció por apoplejía “en Madrid, en veinte y nueve de Marzo de 1610”. Poco tiempo después, y precisamente el 9 de junio de ese año, la encontramos dirigiendo como autora la compañía conyugal con la que representó en Logroño, en Pamplona y en Valencia. La documentación valenciana atribuye la dirección de la compañía a Nicolás de los Ríos y Salvador de Ochoa, que era actor de la misma. Pero como hemos visto Nicolás de los Ríos ya había fallecido y por tanto la compañía que se encontraba actuando en ese momento en Valencia era la regentada de facto y transitoriamente por su esposa, y que, como sucede con otras compañías de la época regentadas por viudas de autores, continuaba figurando oficialmente a nombre del autor, su esposo difunto, probablemente porque a él se le había concedido el titulo oficial de autor de comedias.

Entre las demás mujeres de autores que tras enviudar regentaron por un breve período de tiempo la compañía conyugal recordamos a la actriz Ana Muñoz, esposa del autor Antonio de Villegas, el cual murió de “enfermedad larga” el 29 de mayo de 1613. Inmediatamente después de quedarse viuda, Ana Muñoz actuaba para defender sus derechos como viuda de este autor y como madre de sus hijos. Así, por una escritura del 3 de julio de ese mismo año, solicitaba la tutela y curaduría de las personas y bienes de sus hijos menores, comprometiéndose la actriz a cumplir con las exigencias legales de la administración de los bienes de los menores. Ocho días después, se encargaba asimismo de los intereses más estrictamente profesionales de su familia y, haciéndose cargo de la compañía de su difunto esposo, contrataba al personal que formaría parte de su agrupación hasta Carnaval de 1615, fecha esta última hasta la que ejerció, por lo que sabemos, como autora.  

También Francisca Verdugo se hizo cargo de la compañía del esposo posteriormente a su fallecimiento. Esta actriz, que aparece claramente colaborando como autora en la dirección de la compañía conyugal desde mediados de marzo de 1655, cuando su esposo, el autor Jacinto Riquelme, que estaba muy enfermo, se obligó a representar los autos del Corpus de Madrid en mancomunidad con su mujer y toda su compañía, asumió plenamente la dirección de la agrupación del marido tras su fallecimiento, ocurrido en Madrid el 24 de marzo de ese año. Lo pone claramente de manifiesto un poder, del 18 de abril de ese 1655, por el que Francisca Verdugo, viuda de Jacinto Riquelme, autor de comedias 

 

y mediante la lizencia que tengo para vsar de la representación con la conpañía que quedó del dicho mi marido, con calidad de poder hazer escrituras y contratos en deuida forma con qualesquier personas, casas de comedias y sus administradores y personas particulares, de cuya lizencia yo el presente scriuano de la Comisión de las comedias doy fee y queda orixinal en poder de la susodicha, a favor del Conde de Grajal, vecino de Salamanca, para que en mi nonbre pueda conzertar y concierte con el Administrador del Ospital General de la dicha ziudad [...] que yré con mi conpañía a hazer las representaciones que concertare en las primeras y segundas bacaciones deste presente año [...] con el ayuda de costa qu[e] el dicho Ospital acostumbra a dar y el préstamo que se me pueda hazer para el auío de mi conpañía, y que para ello la casa de comedias esté desocupada....

 

Este testimonio parece mostrar que la viuda de un autor podía permanecer al frente de la compañía del marido sólo si había obtenido licencia para hacerlo. No sabemos si esta situación normativa sería generalizable a todos los casos. De cualquier modo, con esta licencia, y como autora de comedias, Francisca Verdugo se mantuvo al frente de la agrupación durante todo el año teatral de 1655, es decir, hasta que llevó a cabo los compromisos teatrales adquiridos por su esposo, como el de representar los autos del Corpus de Madrid, pero también los conseguidos por cuenta propia, que la llevaron a actuar en las ciudades de Toledo, Salamanca, Ávila y sus alrededores, y especialmente en Madrid, en donde representó en los corrales de comedias y en Palacio, según testimonia el mismo Barrionuevo en un Aviso del 24 de noviembre de ese año: “El marqués de Liche tiene 22 comedias nuevas para el parto de la Reina, repartidas entre Osorio y la viuda de Riquelme, sin otros grandes regocijos, que si fuese varón, serán grandes, por el deseo que todos tienen de esta sucesión”. Sin embargo, al año siguiente, en 1656, Francisca Verdugo volvió a desempeñar nuevamente su papel de actriz, entrando a formar parte como tal de la compañía de Francisco García el Pupilo.[1]

Todas estas autoras se mantuvieron poco tiempo al frente de la que había sido la compañía del marido, probablemente en la mayor parte de los casos hasta que cumplieron con los compromisos adquiridos por sus esposos, pero en alguna ocasión, también para llevar a cabo los que ellas mismas, una vez convertidas en autoras, habían conseguido. Ese período de tiempo, de hecho, raramente superaba los dos años, siendo la mayoría de ellas autoras durante un único año teatral, finalizado el cual volvían a contraer matrimonio, generalmente con un autor de comedias, en cuya compañía tornaban a desempeñar su viejo papel de actriz que, la mayoría de ellas, tampoco habían abandonado al convertirse en autoras, o continuaban desempeñando el papel de empresarias compartiendo dirección con su nuevo esposo, como hizo por ejemplo María (de) Candado, documentada como coautora de la compañía de su segundo marido, Salvador de Lara, en mayo de 1635. Contrajeron matrimonio con autores de comedias posteriormente a su breve experiencia en la dirección, además de María (de) Candado, Juana Bautista de León, que se casó con el autor Jerónimo Gálvez, Luisa de Aranda, que en 1582 aparece casada con el afamado Stefanello Bottarga y Ana Muñoz, casada en 1616 con el autor Pedro de Cebrián.

 Si el matrimonio con otro director de compañía marcaba el final de la experiencia en la dirección de algunas de las autoras viudas, que volvían a desempeñar su papel de actriz en la nueva compañía conyugal, otras autoras viudas volvieron también, aunque no se casaran de nuevo con un autor, a desempeñar su papel de actriz en diferentes compañías teatrales, como lo hicieron María de Alcaraz, que en 1638 formaba parte de la compañía de Juan Román, Mariana Vaca (de Morales), que en 1654 representaba como primera dama en la agrupación de Francisco García el Sevillano, Francisca Verdugo que, como se ha dicho, en julio de 1656 se comprometía a formar parte de la agrupación de Francisco García el Pupilo, Luisa (de) Pinto, que en abril de 1677 formaba parte de la compañía de Antonio (de) Escamilla, Eufrasia María (de) (la) Reina, que en abril de 1685 formaba parte de la compañía de Manuel Vallejo, Sabina Pascual, que en 1710 figuraba como primera dama de la agrupación de José Garcés y la misma Isabel de Castro, que en 1696 fue contratada como segunda dama de la compañía de Juan de Cárdenas.

En algún caso de las mencionadas, su carrera como autoras y también como actrices se vio truncada por su propio fallecimiento, como sucedió en el caso de Ángela Rogel la Dido, que fallecería en 1653 y Andrea (de) Salazar, que murió en 1697, y quizá también en los casos de Inés de Lara y Dionisia Suárez, cuyas últimas noticias documentales corresponden a los años en las que ejercen de autoras, indicio de que posteriormente a esas fechas fallecieron o se retiraron del oficio. 

Si la mayor parte de las autoras que asumieron la dirección de la compañía conyugal permanecieron durante un breve período de tiempo al frente de la misma, unas pocas se mantuvieron durante más tiempo a su frente, y se consolidaron como autoras. Se trata de la actriz Juana Bernabela (Porcel), conocida como la Bernabela que, al enviudar a comienzos de 1635 del autor José Salazar Mahoma, se hizo cargo de su compañía desde marzo de ese año hasta por lo menos principios de 1638, fecha después de la cual se la documenta formando parte de la agrupación de su nuevo esposo, el autor Juan Rodríguez de Antriago, en cuya compañía no sólo seguía desempeñando el papel de actriz, sino probablemente también el de coautora.

También María (de) Segura se mantuvo al frente de la compañía conyugal durante tres años, es decir, desde 1663 hasta por lo menos todo el año teatral de 1665. Igual es el caso de la actriz Juana de Espinosa, conocida significativamente como la Viuda, la cual consta por primera vez como autora en 1640, es decir, tras enviudar del autor Tomás Fernández Cabredo, fecha después de la que Juana asumió la dirección de la compañía conyugal, como la misma hacía constar en su testamento, otorgado en Madrid el 11 de agosto de 1644, en el que declaraba que “comencé a ser autora después de la muerte de Tomas Fernandez, mi marido”. A partir de ese año y hasta al menos 1644, fecha de su testamento, Juana de Espinosa regentó su compañía confirmando ser entre las autoras que heredaron la agrupación conyugal la que más tiempo se mantuvo al frente de la compañía familiar, lo que a su vez le permitió consolidarse con el tiempo en la profesión como autora de comedias y, por consiguiente, alcanzar a representar en los lugares y acontecimientos más prestigiosos del calendario teatral de la época. No sorprende, por tanto, que ya desde diciembre de 1640 y comienzos de 1641 se la documente reforzando su propia compañía para con ella representar los autos de Madrid en ese año, en el que se aseguró el premio de la joya junto con Pedro de la Rosa, así como actuando en diferentes localidades alrededor de la capital y en Valencia. Como tampoco extraña que al año siguiente representara particulares ante la reina y que, una vez más, en 1643, se le confiara la representación de los autos madrileños y varias representaciones en la ciudad de Valencia.

A los casos de Juana Bernabela, María (de) Segura y Juana de Espinosa, es decir, a los casos de autoras a las que con seguridad se documenta regentando la agrupación conyugal durante tiempo tras enviudar, podríamos añadir un caso más, el de Francisca (de) López (Sustaete), que representa un caso dudoso de autora viuda, porque si es cierto que al igual que los anteriormente mencionados se trata de una actriz que aparece actuando por primera vez como autora de su propia compañía justo cuando se dejan de encontrar noticias documentales sobre la actividad de su esposo, también es cierto que no tenemos constancia documental del fallecimiento o retiro de la escena de este último, fallecimiento o retiro de la escena que, por tanto, sólo podemos suponer. Francisca (de) López (Sustaete) estaba casada con el autor Gaspar de Segovia, de quien no se conservan noticias más allá de marzo de 1657, cuando se hace constar que asistió al cabildo de la Cofradía de la Novena celebrado en esa fecha. Es posible, sin embargo, que este autor se retirara de los escenarios inmediatamente después de esa fecha, para fallecer sólo más tarde, alrededor de 1660, pues es en ese año cuando se documenta por primera vez a su esposa como autora y ya preparada para representar con su agrupación en ciudades y acontecimientos de gran prestigio, como lo era el Corpus de Sevilla, ciudad en la que también realizó varias representaciones en el corral de la Montería, así como lo hizo en otras ciudades andaluzas, entre ellas Córdoba y Málaga, en las que representó también en los dos años siguientes, en 1661 y en 1662. En 1663 permaneció actuando en Andalucía, precisamente en Cádiz y en Sevilla, ciudad esta última en la que una vez más representó en los corrales y con motivo del Corpus, y en la que actuó también el año siguiente, en 1664. En 1665 se la vuelve a documentar como autora, papel que probablemente desempeñara también en 1666 y 1667, así como lo hizo en 1668 y en 1673, último año éste en el que se la documenta como directora de su agrupación y como activa en el oficio, pues es precisamente en septiembre de ese año cuando, tras haber otorgado testamento, falleció.

El caso de Francisca (de) López (Sustaete) es muy significativo por varios motivos. En primer lugar, porque se trata de un caso dudoso de autora viuda, es decir, de una actriz que es probable que tras la muerte del cónyuge autor se hiciera cargo de la agrupación familiar (lo que, en caso de ser así, la convertiría junto con Juana de Espinosa en la autora viuda que más tiempo permaneció al frente de su compañía). Sin embargo, si por todo lo que hemos supuesto el caso de esta autora podría adscribirse a los de las autoras viudas, por otro lado, el hecho mismo de que se trate de un caso dudoso permite vincularlo también a otros casos de autoras, las de autoras autónomas. De hecho, si es cierto que después de 1657 se pierden las noticias sobre su cónyuge, también es cierto que no podemos afirmar documentalmente que el vacío presente en la biografía de este actor y autor corresponda efectivamente a su fallecimiento. Podría corresponder, esta ausencia documental, también a su retiro de la profesión que abandonaría no sólo como autor, sino también como actor, papel este último que probablemente desempeñaría en los últimos años de su actividad, hipótesis que se vería reforzada por el hecho de que las últimas noticias que lo documentan activo en escena corresponden a su presencia en la compañía de Francisco Narváez en calidad de primer galán. Si esto fuera así, y si Gaspar de Segovia abandonó el oficio o falleció después de haber estado activo en la profesión como actor, el hecho de que Francisca (de) López aparezca documentada como autora de su compañía tras la desaparición de la escena de su marido, ya no corresponde al desempeño por parte de esta actriz de un papel asumido por exigencias familiares (la muerte del cónyuge autor que deja vacía la dirección de su agrupación), sino probablemente a la culminación de toda una carrera dedicada al oficio teatral en calidad de actriz que encuentra su cumbre en el desempeño del papel de directora de su una compañía propia. Algo que no sorprende si pensamos que la mayoría de los autores que estuvieron en activo en el oficio teatral de la época asumieron el cargo de autores de su propia compañía sólo después de muchos años de haber ejercido en calidad de actores, proceso que siguieron también bastantes actrices que estuvieron en activo en la segunda mitad del siglo XVII, las cuales, una vez reunida la suficiente experiencia sobre el negocio teatral, asentaron su propia compañía, sin que fuera necesariamente una herencia del cónyuge. En este sentido, y si lo último que hemos supuesto sobre Gaspar de Segovia fuera cierto, Francisca (de) López (Sustaete) representaría el primer caso documentado de autora autónoma que, como tal, asentó y regentó su compañía sin depender necesariamente de su cónyuge.

Si el caso de esta autora es, como decíamos, significativo por las diferentes posibilidades a las que puede adscribirse, su caso es también relevante porque representa el primer caso de autora de título explícitamente documentada como tal, como se hace constar al final de la primera jornada del manuscrito de En el dichoso es mérito la culpa de Ramón Montero de Espinosa, en que hay una nota firmada por Sebastián de Alarcón en Madrid el 26 de febrero de 1663 en la que se indica que “se sacó [sic, por “se copió”] esta comedia para la S[eño]ra. Francisca López Sustaete, autora de comedias por S[u] M[aiestad]”, título con el que probablemente por estas mismas fechas, solicitaba explícitamente a los organizadores de la fiesta del Corpus, tomar parte con su agrupación en la representación de los autos sacramentales de Sevilla de 1663: 

 

 ...digo que me hallo en esta ciudad con mi compañía, que es de la calidad que Vuestra Señoría ha reconocido por la muestra que di y por las representaciones que con ella he hecho con el lucimiento y galas que se ha reconocido, mediante lo cual suplico a Vuestra Señoría se sirva de honrarme dándome la fiesta del Corpus con la seguridad de que la luciré y mis compañeros, con toda la ostentación y grandeza que fuere posible y respeto de que, haciéndome Vuestra Señoría esta merced, vendrá a ser sola mi compañía la que ha de llevar todo el trabajo, sin intercadencia ninguna de descanso, pues no hay otra que se interpole, sino que continuadamente ha de hacer todas las representaciones de mi obligación y además desto se han de añadir dos mojigangas y dos entremeses además de los ordinarios, para llevar al tiempo que pudieran ocupar dos compañías, y por valer los mantenimientos a precios tan subidos y estar mis compañeros y yo con grandísimos alcances, todos suplicamos a Vuestra Señoría que, usando de su grandeza y liberalidad, añada a lo que ordinariamente se suele dar lo que fuere servido para que con tiempo pueda cada uno prevenirse y cumplir con su obligación, que la mía es de estar siempre a los pies de Vuestra Señoría como humilde criada suya.

 

Si Francisca (de) López está documentada como autora de título en febrero de 1663, es probable, dada esa fecha, que poseyera el título de autora de comedias ya el año anterior, en 1662, así como es probable que lo mantuviera en los años siguientes, desde 1664 hasta 1668, ya que es en ese en ese último año cuando el manuscrito de la comedia La Perfecta casada (Prudente, sabia y honrada) de Álvaro Cubillo de Aragón, estuvo en posesión del apuntador de la compañía de Francisca (de) López, a la que menciona como “autora de comedias por S[u] M[ajestad]”. 

El caso de esta autora representa pues indudablemente el primer caso documentado de mujer que regentó su compañía poseyendo el titulo oficial de autora de comedias por Su Majestad, lo que le permitió abrir el camino a otras mujeres que, como ella, eran actrices, desempeñaron su actividad como tales y como autoras esencialmente a partir de los años 60 del siglo XVII.

 



[1] Casos similares de viudas de autores que asumieron la dirección de la agrupación conyugal fueron: María de Alcaraz, María Manuela, Dionisia Suárez, María (de) Candado, Ángela Rogel la Dido, Mariana Vaca de Morales, Luisa (de) Pinto, Eufrasia María (de) (la) Reina y Sabina Pascual.