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2.2.2.1. Las pautas de un camino común

 

 

Si bien es cierto que alrededor de 290 actrices de entre las que tenemos documentadas como activas entre mediados de 1500 y 1699 procedían del ámbito teatral, teniendo a la madre, al padre, ambos padres, o algún familiar cercano, en la profesión, también es cierto que no todos los “hijos de la comedia”, como es obvio, se dedicaron al mismo oficio que sus progenitores o familiares. Asimismo es cierto que, a veces, fueron los mismos actores quienes no querían que sus hijos e hijas se dedicaran a su mismo oficio, como en los casos ya mencionados de las hijas de Juan Rana y Jerónimo de Peñarroja, o de los hijos de la actriz Feliciana de (la) Rosa, casada con el actor y autor Carlos Vallejo, a los que su madre “no los ynclinó a la comedia”.

Sin embargo, si es cierto que hubo actores que prefirieron que sus hijas no se dedicaran al teatro, también es cierto que hubo otros que no quisieron que sus hijas se dedicaran a la vida religiosa, prefiriendo el teatro a esta última. Fue éste el caso, ya recordado, de la actriz María (de) Riquelme que, siendo niña, entró en el convento de la Encarnación por orden de la reina Margarita, su fundadora. Sin embargo, el padre de la actriz, el actor y autor Alonso de Riquelme, que no quería que su hija profesara, la retiró de dicho convento cuando creció. Los años dieron la razón a Alonso de Riquelme ya que su hija, en su breve carrera y vida, se convirtió en una de las actrices más aplaudidas de la época.

Según hemos podido comprobar, las hijas de actores de la época en su acceso al oficio, y en los primeros años de desempeño de la actividad teatral, siguieron casi todas un camino que parece repetirse en algunas etapas determinadas casi como si de un guión se tratara, en el que una función concreta la desempeñaron indudablemente sus familiares más cercanos, entre ellos, especialmente el padre.